El Diseño industrial y la Cultura.

Los objetos que usamos en lo cotidiano, muchos que pasan desapercibidos, otros que resultan en cosas altamente valorables y se avienen en objetos inseparables del hombre, se convierten en medios para alcanzar satisfactores como la comunicación, diversión, transporte, todos ellos son creados por complejos procesos que envuelven factores históricos y culturales de las sociedades que habitan este mundo.
¿Quién puede pensar que sus actividades laborales no tengan un fin último que no sea el comercializar un producto o un servicio?  O bien, satisfacer una necesidad, un juego, una relación etc. En cualquier caso estamos hablando de una intricada relación de actividades, que van desde la obtención de materiales primas, distribución, idealización, materialización y distribución de cualquier producto o servicio, en todo este proceso está inmerso el Diseño Industrial, que la podemos definir como la disciplina que tiene como finalidad la idealización de objetos.

Aunque se dice que el origen del diseño industrial surgió a raíz de la revolución industrial del siglo XIX, cuando la producción manual dio paso a objetos fabricados a máquina para su producción en serie, los autores fueron artesanos o creativos que tuvieron éxito debido a las favorables circunstancias económicas del momento y al uso de la máquinas, se reconoce que ahí fue surgiendo la necesidad de crear un oficio nuevo que tuviera como objetivo la idealización y realización de nuevos productos, pero esta afirmación no es totalmente cierta, ya  que desde los inicios de cualquier civilización, el hombre ha creado objetos, ha transformado la naturaleza, por consecuencia ha diseñado.

Los objetos que el hombre ha creado desde su existencia, han tenido como intención ser extensiones de nuestros cuerpos y nuestras mentes, como potenciadores de la fuerza del hombre (herramientas) u objetos que den diversión o descanso al ser humano. Un ejemplo común es el desarrollo de la silla, pues anterior a ésta se encuentra la roca, el tronco o un montículo, pero ahora el derivado es una silla, y más aún, una silla ergonómica, hasta llegar a temas tan complejos como el poder crear una silla orientada a un segmento muy específico, donde la historia del objeto, su diseñador, la firma que lo manufactura, los materiales que se utilizan, se convierten en factores de decisión de compra generando conceptos muy específicos para segmentos de población igualmente de puntuales.

Entonces tomaremos como punto de partida una definición clásica sobre Diseño Industrial: Se denomina diseño industrial a la actividad humana ligada a la creación, desarrollo y humanización de los productos industriales, que como arte aplicada busca resolver las relaciones formales-funcionales de los objetos susceptibles de ser producidos industrialmente, mediante una expresión creativa y progresista que considera la función, estética y los materiales. (Gay & Samar, 2004)

Esta definición claramente puede parecer limitada y para otros incorrecta al establecer una comparación entre Arte y Diseño que supone otro tema de discusión, pero que tiene su hueco más grande al no referir el carácter simbólico que tiene implícito un objeto y a su relación con el usuario en sociedad que lo utiliza. Citando la definición del ICSID (International Council of Societies of Industrial Design): “El diseño es una actividad creativa que cuyo objetivo es establecer las cualidades polifacéticas de objetos, de procesos, de servicios y de sus sistemas en ciclos vitales enteros. Por lo tanto, el diseño es el factor central de la humanización innovadora de tecnologías y el factor crucial del intercambio económico y cultural”. (ICSID)

 Esta definición nos ayuda más en la tarea de entrelazar estos tres temas: Diseño, Cultura e innovación, ya que añade dos  términos fundamentales: Cultura y Humanización innovadora de tecnologías.

Cultura, tema de estudio por excelencia de la Antropología, y que tiene una relación intima con la sociedad, al grado de que no se entiende un concepto sin el entendimiento del otro. La necesidad de una sociedad fue claramente explicada por el filósofo ateniense Platón hace más de 2000 años, donde ya introducía términos que hasta el día de hoy son objeto de reflexiones, como es la importación o exportación de productos, mano de obra especializada y adquisición de bienes superfluos u objetos de Lujo.

Seleccionamos de su famoso libro “La república” la siguiente cita: “Hasta donde yo soy capaz de ver, la sociedad nace porque el individuo no es autosuficiente. Por el contrario tiene muchas necesidades que no puede satisfacer por si sólo…Cuando ha reunido suficiente cantidad de personas para satisfacer las diversas necesidades, tenemos un gran número de personas viviendo en un solo lugar. A esta agrupación o población resultante le damos el nombre de comunidad o de sociedad…” (Platón, 395 a. C.)

Platón desarrolla en “la República” un planteamiento de desarrollo de la sociedad basada en las necesidades y nos lleva a una visión sintética de la creación de oficios, talleres, comercio, pero que sobre todo refiere los orígenes de la sociedad humana y del estado, vistos sobre todo en una forma muy primaria con la división social del Trabajo y la necesidad de una colectividad, es decir, una sociedad.

Dentro de este planteamiento Platón ofrece la idea del origen de la sociedad, basado en el objetivo de satisfacer necesidades comunitarias. En nuestros días, el hombre sigue desarrollando ciudades, comunidades globales, grandes corporativos, oficinas y espacios virtuales con el mismo objetivo, satisfacer necesidades más complejas como transporte, comunicación, alimentación, diversión y el diseñador industrial precisamente se introduce en ese proceso dinámico y complejo de satisfacer dichas demandas.

En las sociedades contemporáneas, con el desarrollo de la tecnología y la industria, el Diseñador emerge entonces como un creador, idealista, y sintetizador de conceptos para materializarlos en un objeto, que sea posible de fabricar y distribuir a los mercados que así lo demanden, mientras se tengan los medios para hacerlo. Pero esta inserción del objeto a ser utilizado por un usuario que pertenece a una sociedad, llega como producto de la materialización de conceptos, que es propiamente la carga ideológica del diseñador, aumentada por los conceptos reactores que originan la necesidad de dicho objeto y por lo tanto, unos objetos más que otros, se van insertando con tanta fuerza en la sociedad que se convierten en símbolos dentro de una cultura.

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