Por: Richard Ibarra
En un mundo moldeado por la lógica del consumo acelerado, donde los productos se crean para ser desechables y la rentabilidad suele estar por encima del bienestar colectivo, el diseño tiene una responsabilidad urgente: repensar no solo los objetos, sino las estructuras que los sostienen. El Ecosistema Social del Producto surge como un marco que no solo analiza el impacto material del diseño, sino también su papel dentro de las dinámicas sociales, políticas y económicas.
Esto nos lleva a pensar que el diseño debe tomar un papel más relevante en las discusiones políticas, pero un político puede ser diseñador? o un Diseñador se debe convertir en un político? y creo que la respuesta la tenía José Mujica, ex presidente de Uruguay, recientemente fallecido, que realmente no fue un político convencional, Él era un activista, con una postura inquebrantable, y que rompía los moldes del político tradicional.
Creo por lo tanto que el Diseñador debe de convertirse en un activista.
Que es un Ecosistema Social del producto?
Establezcamos un marco teórico de referencia, en post pasados hemos hablado de la ecología del producto, una teoría de Jordi Forlizzi que habla sobre el contexto del producto, pero deja de lado el asunto social/político, de ahí la necesidad de ampliar el término.
Definimos Ecosistema Social del Producto como una postura crítica que examina cómo un producto interactúa con su entorno a lo largo de su ciclo de vida. Adicionalmente a cualquier otra metodología de desarrollo de producto, como diseñadores debemos incluir preguntas como:
– ¿A quién beneficia este producto y la extracción de su materia prima?
– ¿Quién lo fabrica, en qué condiciones, y a costa de qué?
– ¿A qué relaciones de poder refuerza o cuestiona?
Más allá de la sostenibilidad ambiental, el Ecosistema Social del Producto nos obliga a ver el diseño como un acto político que puede reproducir desigualdades o transformarlas.
El Diseño Como Herramienta de Justicia Social
En este marco, el diseño ya no puede permanecer neutral. Cada elección de material, modelo de producción o forma de distribución es una declaración política.
Un producto ético es aquel que:
– No explota recursos humanos ni naturales sin control.
– Redistribuye el valor de manera equitativa.
– Se alinea con los intereses de las comunidades, no del capital especulativo.
Diseñar en este sentido es tomar una posición frente al modelo económico dominante: el capitalismo extractivista, que convierte personas y ecosistemas en recursos para la acumulación privada. Frente a esto, el diseño socialmente comprometido propone otra lógica: la del cuidado, la cooperación y la regeneración.
Cooperativas: Democracia Económica Desde el Diseño
Las cooperativas representan una forma tangible de resistencia al modelo empresarial tradicional. En ellas, el diseño es colectivo, las decisiones son democráticas, y los beneficios se redistribuyen de forma justa.
Al integrar el diseño con modelos cooperativos, no solo se crean productos; se crean formas alternativas de organización social y económica que fortalecen la autonomía local y rompen la lógica vertical del mercado.
Diseñar desde, para y con cooperativas es diseñar poder popular. Es reconocer que la innovación no nace solo en los laboratorios, sino también en los barrios, los talleres autogestionados, las comunidades rurales y los movimientos sociales.
Hacia una Economía Circular, Regenerativa y Popular
La economía circular ha sido ampliamente adoptada por empresas globales, pero frecuentemente despojada de su potencial transformador. Una verdadera economía circular debe estar al servicio de las personas y del planeta, no del greenwashing corporativo.
Sumar el enfoque regenerativo implica ir más allá de “no hacer daño”: es diseñar para reparar, revitalizar y reequilibrar. Esto implica políticas públicas que favorezcan redes locales de producción, soberanía tecnológica y acceso equitativo a los medios de fabricación.
Conclusión: Diseño para la Equidad, no para la Explotación
En tiempos de colapso climático, concentración de la riqueza y crisis de sentido, el diseño no puede seguir siendo una herramienta al servicio del lucro y la obsolescencia. Mientras la Inteligencia Artificial resuelve ya los típicos problemas de los diseñadores como ilustrar, renderizar, o incluso crear el propio objeto, nosotros los diseñadores nos convertimos en diseñadores de sistemas, de relaciones humanas y todo esto tiene y debe tener una postura Filosófica-Política-Antropológica.
El Ecosistema Social del Producto, integrada con una postura política emancipadora, nos muestra que otra forma de diseñar —y de vivir— es posible: una donde el valor no se mida solo en términos de capital, sino en relaciones sanas, comunidades fuertes y futuros compartidos.
Diseñar con justicia social, desde lógicas cooperativas y en favor del reparto equitativo de la riqueza, no es una utopía: es una necesidad histórica. Y como diseñadores, activistas o ciudadanos, tenemos un rol esencial en esa transición.
